domingo, 24 de enero de 2010

REPORTAJE: TESTIGO DEL HORROR El paraíso de los canallas

Sectas del terror 
Guatemala significa ?lugar de muchos árboles?, pero entre el follaje se esconden asesinos, violadores y delincuentes. Este país, conocido por la dulzura de sus habitantes, es refugio de hienas. Contabiliza 15 asesinatos al día y las violaciones se multiplican. Sexta entrega de esta serie de reportajes de autor sobre los conflictos olvidados.
Cómo engañan los ojos del cuerpo. Qué limitada es su visión. Siempre pienso en eso cuando subo a un avión. Desde lo alto del cielo, la percepción de las cosas cambia por completo. Me gusta subir sobre las nubes, sobre las ataduras humanas, y confirmar que nadie puede limitar la libre circulación de las partículas por el aire, el viaje del sonido por el espacio ni la proyección de los rayos del sol a través de la atmósfera de la tierra. Voy camino a Guatemala y el azul del cielo me obliga a recordar el añil que tanto usó la cultura maya para decorar sus hermosos palacios y sus grandiosas pirámides. Me acordé de Palenke y Tikal, de Chichén Itzá y Calakmul, de ese color azul que representaba, entre otras cosas, la intención de los mayas de encontrar la Puerta del mundo en la oscuridad absoluta, donde habitaban los ancestros, la Cueva de donde la Montaña Sagrada hizo brotar el agua del Inframundo y con ella la Creación entera; en pocas palabras, la necesidad sagrada y profana de ubicar el punto exacto en que los mundos, todos los mundos, se comunican haciéndose uno. Me gusta esa idea. La idea de una totalidad que a todos nos abarca, que a todos nos incluye y nos mantiene unidos en un lugar en donde no existen las fronteras. Hace tiempo que me estorban las fronteras. Si miramos desde lo alto del cielo, es imposible distinguir la línea que separa Guatemala de México.
Desde la ventanilla observo el mismo paisaje pleno de follaje, la misma vegetación, los mismos volcanes vigilantes del gran valle que alberga la capital de Guatemala, similares a los que cuidan el Anáhuac desde tiempos inmemoriales. Ambos colosos parecen representar la presencia del principio masculino y femenino. En el valle de México los llamamos Popocatépetl e Iztaccíhuatl. En Guatemala los llaman el Volcán de Fuego y el Volcán de Agua. Fuego y agua, elementos sin los cuales la vida simplemente no podría existir.
Al aterrizar y entablar mis primeras relaciones con los habitantes de tan bella ciudad me sorprendió la similitud que tenemos. Los mexicanos somos igual de amables y delicados en nuestro trato que los guatemaltecos. Veo los mismos ojos, los mismos rostros que en mi país. En uno de los trayectos que hicimos por la ciudad, el taxista que nos conducía era una réplica exacta de Armando Manzanero, sólo que no cantaba, o quizá sí, no me atreví a preguntarle. Si bien es cierto que no debe de ser tan fácil repetir el talento musical de nuestro gran compositor mexicano, es igualmente cierto que don Armando fácilmente pudo haber nacido en Guatemala, a fin de cuentas heredó los rasgos de sus antepasados mayas. Y me pregunté en silencio ante tanta semejanza y cercanía: ¿Quién decide las fronteras? ¿En verdad nos dividen? ¿Y los cuerpos? ¿En verdad sólo albergan a una persona en su interior? ¿O cargamos con miles de rostros, voces, murmullos, sonrisas y llantos dentro de nosotros? ¿Pero en dónde? ¿En los genes? ¿En la memoria? ¿La memoria está dentro del cuerpo? ¿O formamos parte de una memoria colectiva, universal, integrada por los pensamientos de aquellos que han comido lo mismo que nosotros, que han respirado el mismo aire, que se han detenido a ver el mismo y hermoso cielo estrellado, que han bailado al son de la marimba, que han soñado, que han amado?
Los mayas decían que el universo no es otra cosa que una matriz resonante a la cual nos podemos conectar para obtener toda la información del universo. Hasta que surgió la web entendí este concepto plenamente. De lo que los mayas hablaban era de una interconexión. Vivimos en un universo que está totalmente conectado. No hay una sola partícula, por más pequeña que sea, que no comparta información con las demás por medio de una transmisión invisible y silenciosa. Los nuevos científicos nos hablan ahora que las sociedades comparten pensamientos y que estos pensamientos crean genes de información que organizan el comportamiento de un determinado grupo social hasta que ese patrón de pensamiento cambia y, con él, el comportamiento de todo el grupo social.
Cuando conversé con los primeros guatemaltecos con los que tuve contacto no podía dejar de preguntarme: ¿cómo es posible que dentro de esta sociedad, que me es tan familiar por su trato suave y delicado, se estén dando casos tan crueles y violentos de agresión sexual contra mujeres en particular y contra toda la población en general? Me resultaba literalmente imposible imaginar a cualquiera de las personas que veía pasar violando, mutilando, asesinando a alguien. ¿Cómo era posible la coexistencia entre un pueblo pacífico y una violencia tan descarnada? No tuve respuesta inmediata y sólo me quedó aceptar que, a pesar de toda la belleza, la dignidad y la grandeza del pueblo guatemalteco, el problema existe y por desgracia aumenta, exactamente igual que en México.
Llegué a Guatemala invitada por la organización mundial de Médicos Sin Fronteras. Ellos trabajan en clínicas en las que se atiende principalmente a víctimas de violencia sexual. Hombres y mujeres. Niños y niñas. Desde el primer día en que entrevisté a la primera víctima pude comprobar la eficacia de su ayuda. Ellos reciben a la víctima y le dan atención inmediata. Como medida precautoria, le proporcionan las vacunas pertinentes para evitar enfermedades futuras, como puede ser la hepatitis C. En caso de que haya que operar y restaurar tejidos, pasan a la sala de operación. Y desde ese mismo instante se inicia la atención psicológica. Todo esto de manera gratuita porque quienes trabajan para esta organización, aparte de ser médicos en toda la extensión de la palabra, sólo buscan aliviar el dolor y las enfermedades del hombre de una manera generosa y desinteresada. Hecho que marca una diferencia radical y esperanzadora en un mundo que casi nunca se ocupa de los desprotegidos, de los que menos tienen.
El primer caso fue el de una niña de nueve años a la que violaron en el interior de su casa y, por si la crueldad de la violación fuera poca, fue ultrajada a la vista de sus dos hermanos pequeños, de un año y medio y cinco años de edad, los cuales fueron amarrados y amordazados. Tuvimos que ir a recogerla para llevarla a la clínica porque la línea de camiones que acostumbraban tomar estaba en huelga debido a los frecuentes atentados en contra de los conductores que se han negado a pagar la cuota impuesta por grupos de delincuentes. En el trayecto hacia el sitio donde nos esperaban la niña y su familia, fuimos desviados de la carretera porque esa misma mañana había sido asesinado otro chófer cuyo cuerpo inerte yacía en el piso, justo al paso de nuestra caravana. Por fin pudimos llegar y recoger a María José, su mamá -embarazada de cinco meses-, y sus tres hermanos: una niña de siete, un niño de cinco y un pequeño de año y medio. En un principio hablamos poco. La familia de María José había caminado dos horas para poder llegar hasta el sitio del encuentro. Me informaron que eso lo hacen cada vez que tiene que ir a la clínica. Dos horas de caminata de ida, dos de regreso, más el tiempo que tarda en pasar el camión que los transporta a la ciudad y los lleva de regreso. En total, se puede decir que pierden todo un día. Sin embargo, la niña no ha dejado de asistir a sus terapias, y se le nota. En nuestra conversación no pudimos abordar directamente el tema de la agresión sexual que sufrió, pues su psicóloga me informó que la niña no quería revivir nuevamente el evento, cosa que comprendí perfectamente. Respetando la advertencia, iniciamos una conversación sin problema. Mis tiempos como profesora de educación preescolar me ayudaron a establecer un buen contacto con María José. Le pregunté qué quería ser de grande y me dijo que doctora. Yo le confesé que de niña había tenido ese mismo deseo, y ahí encontré el tema que me permitió tratar de dejarle algo que la ayudara en su proceso de sanación. La ayuda que recibe de su psicóloga es muy buena, no hay duda, pero en mí surgió esa necesidad humana de darle algo: una idea, una sonrisa, una mirada que fuera de alivio. Le dije: ¿sabes, María?, yo no pude ser doctora, pero no importa, estudié para educadora y fui muy feliz. A veces, uno cambia de opinión conforme crece. Además, el cuerpo también cambia. ¿Ves esta uña? No es la misma que hace mes y medio. Las uñas crecen, el cabello crece, la piel se renueva? los pulmones, el corazón también, todas las células de nuestro cuerpo cambian por unas nuevas. Tu cuerpo dentro de unos años ya no va a ser el mismo. Ya no va a existir. Lo que perdura es lo que uno recuerda. Eso no cambia a menos que uno lo decida. Uno elige qué recuerdo guardar en la memoria. El día de hoy, por ejemplo, voy a recordarlo siempre porque te conocí, porque vi la luz que tienes en los ojos, porque en el camino a tu casa había una vegetación enorme, unas flores que yo nunca había visto y que me encantaron. Yo podría elegir recordar este día como el día en que vi a un chófer asesinado en la carretera, pero prefiero guardar en mi memoria tu rostro, el de tus hermanos, el de tu mamá. María, a pesar de sus nueve años, entendió perfectamente de lo que hablaba, sus negros ojos brillaron y sé que agradeció que la hiciera consciente de que con el tiempo iba a tener un cuerpo nuevo, uno que nadie había violentado, y que el dolor, la memoria, el recuerdo, podían transformarse. A partir de ese momento me sonrió ampliamente y conversamos un largo rato. Al final le dije: "¿Hay algo más que me quieras platicar?". Y me dijo con orgullo: "Sí, fíjate que me saqué el primer lugar en mi grupo". Le felicité ampliamente y le reafirmé la misma idea: "¿Te das cuenta de que eso nadie te lo puede tocar? Nadie te puede quitar tu inteligencia. Ésa te pertenece siempre".
Más tarde conversé un poco con su hermano Nemías Froylan, de cinco años, uno de los que presenciaron el ataque en contra de su hermana. Le pregunté qué le gustaría ser de grande, y sin dudarlo respondió: "Policía". "¿Y por qué?", le pregunté, aunque era obvio el motivo. "Porque quiero decirles a los malos que se vayan". "¿Y si no se quieren ir?". "Pues los saco a balazos", dijo con firmeza. Así de claro.
Y así es como se soluciona todo en la zona en donde se encuentra la clínica Periférica llamada Paraíso 2, dentro de la zona 18, la famosa zona de los maras, donde a diario muere alguien asesinado.
Esa noche, ya en mi hotel, tuve que recurrir a todos los consejos que yo misma le había dado a María José. Traté de imaginarla con un nuevo cuerpo: impecable y luminoso, pero me lo impedía el pensar en la impotencia que debieron haber sentido sus hermanitos al verla gritar de dolor. Yo recreaba en mi mente toda la historia hasta llegar al llanto, pasando por la indignación, el espanto, el dolor. Montones de preguntas me atormentaban: ¿qué tipo de sociedad daña de esa forma a las mujeres, sabiendo que son las que van a dar a luz nuevas generaciones? ¿A quién le puede importar tan poco acabar de esa manera con el origen de la vida? Al pensar en el atacante reflexioné: ¿a qué tipo de ser humano le puede interesar quedar en la memoria de otro por medio de un acto de semejante violencia? ¿Quién tendría esa enfermiza necesidad de ser visto, aunque sea por un instante, aunque sea con horror, aunque sea con odio, pero ser visto al fin? ¿Quién, sino alguien que hace tiempo no forma parte de una colectividad, podría ser capaz de mutilar, violar, decapitar a otro? Quién sino uno que hace mucho hicimos a un lado y que nunca nos ha preocupado en realidad.
Tal vez ésa es la respuesta: la separación. Quizá de ahí viene todo el problema. Nadie puede agredir lo que considera suyo. Sólo quien se concibe como ajeno a un grupo social puede atacarlo. Sólo quien se concibe separado, desterrado, desamparado, puede ser capaz de ver como enemigos a sus hermanos y asesinarlos. Sólo alguien que se siente desgarrado y separado puede tener la sangre fría para desgarrar otro cuerpo y querer permanecer en él para siempre, aunque sea como una mala memoria, como una maldición, como una herida putrefacta.
Me pregunté entonces cuándo pasó al olvido el pensamiento maya del Inlakesh: "tú eres yo, yo soy tú". Concepto que formaba parte de la cosmovisión de las culturas ancestrales y que explicaba de una manera totalmente adelantada a su época que no hay fronteras ni diferencias entre ninguno de los seres que habitamos en este universo, pues estamos totalmente interconectados. ¿Cuándo dejó de ser vigente ese pensamiento que les permitió a nuestros antepasados alcanzar un desarrollo artístico, espiritual y científico admirable? ¿Con la llegada de los conquistadores? ¿O con la historia sangrienta de las dictaduras que durante tantos y tantos años han masacrado a este país?
En ese momento acudieron a mi mente Myrna y Helen Mack. Ellas son la representación de este concepto maya del Inlakesh. Myrna tenía una maestría en Antropología Social en la Universidad de Manchester (Inglaterra). Entre 1987 y 1989 se dedicó a estudiar a la población que había sido desplazada a causa del conflicto armado en Guatemala. En 1990 publicó su libro Política institucional hacia el desplazado interno de Guatemala. Mientras preparaba la segunda publicación sobre el mismo tema fue brutalmente asesinada con 27 puñaladas por un comando especial del Estado Mayor Presidencial. A partir de esa lamentable muerte, Helen tomó la decisión de continuar con la labor que su hermana venía desarrollando y creó una fundación que lleva el nombre de Myrna Mack. Existe tal simbiosis entre las dos hermanas que con frecuencia se confunden sus nombres. La gente le llama Myrna a Helen. Cuando imagino el momento en que Helen llegó al lugar de los hechos y puso su frente sobre la de su hermana muerta, estoy convencida de que el Inlakesh se hizo presente y permitió que una fuera la otra, y la otra, una.
Al día siguiente, sentada en el comedor mientras esperaba a mis compañeros de aventura, seguí con mis reflexiones y me pregunté: ¿qué fue primero, la gallina o el huevo? ¿Cuál es el origen de la ola de violencia que se vive en México y en Guatemala? ¿De dónde surgen los maras? ¿Quién los amamantó? ¿En qué parte de la mente colectiva -a la que todos estamos integrados- se incubaron las primeras agresiones? ¿Es sólo el sistema capitalista que con su inmoral discurso del dinero, competencia feroz e individualidad mal entendida genera en gran parte esta violencia? ¿Es porque Guatemala se ha convertido en un punto clave en la ruta para transportar cocaína desde los Andes hasta Estados Unidos de Norteamérica? ¿Es porque los narcotraficantes imponen su voluntad a base de violencia para garantizar un ingreso económico desmesurado? ¿Es el afán de hacer dinero a costa de lo que sea y de quien sea el que expresa la violencia de una sociedad que ha dejado de lado a millones de personas que terminan por dudar si podrán sobrevivir y dejar descendencia? ¿El ataque a las mujeres, a las madres futuras, no significa un suicidio colectivo? ¿Qué futuro pueden esperar quienes han sufrido una agresión constante, quienes han sido desterrados, obligados a dejar sus tierras, su manera de vivir, quienes presenciaron el genocidio indígena en Guatemala? Entre 1960 y 1996 fueron asesinadas o desaparecidas más de 200.000 personas. En 1982 y 1983 se exterminaron unas 440 comunidades indígenas como parte de una lucha anticomunista orquestada por el Gobierno militar de Efraín Ríos Montt. Mataron a hombres y mujeres, niños y niñas, destruyeron cultivos, animales, casas.
Sin duda, éste es uno de los orígenes de la violencia, pero lo que me queda claro es que los ejecutores del genocidio, los sicarios, los violadores, los asesinos materiales y los institucionales pueden asesinar a sangre fría debido a que no guardan la mínima conexión con su entorno. Actúan por su cuenta, tal y como lo hace una célula cancerosa en el cuerpo humano. Al perder la interconexión con el todo, lo que originalmente debía ser un elemento de vida pierde el sentido de integración armónica y trabaja para destruir al propio cuerpo que le dio origen. La pregunta obligada es: ¿cómo se puede erradicar ese cáncer?
Interrumpí mis reflexiones porque en la mesa de al lado un argentino ofrecía sus productos a un grupo de indígenas guatemaltecos. Como la cosa más normal del mundo, la gente pasaba a su lado y ni siquiera bajaba el nivel de voz. Se trataba de chalecos, camisas y sacos, antibalas. Había de todos los tipos y de muchos precios. Algunos -los más baratos- no les aseguraban a sus futuros dueños detener el paso de la bala, pero la podían contener lo suficiente como para que la cosa no fuera más allá de una costilla o una clavícula rotas.
Yo me pregunto de qué sirve salvar la vida de un cuerpo. ¿Es en el cuerpo o en la mente donde queda la herida? ¿Cuándo sana una mujer que sufrió una violación? ¿O una madre que perdió a sus tres hijas de 12, 9 y 7 años? ¿Hay chalecos antibalas que protejan el dolor de una pérdida? ¿Cuántos corazones atraviesa una bala? ¿Cuántas familias mueren con un muerto? ¿Hay castigo para los que destruyen lo más preciado: la fe en el ser humano, la confianza en una congregación fraternal, en un cosmos aglutinante, en un espíritu bondadoso? ¿Cómo recuperar la fe en la justicia si la mayor parte de las denuncias de las víctimas de agresiones quedan paralizadas en juzgados corruptos o ineptos y casi toda la violencia y la injusticia se conserva impune, generando más y más resentimiento, más y más sed de venganza?
¿Cómo recobrar la esperanza de que es posible salir del infierno? Tal vez por eso en algunas zonas de Guatemala no hay más de cinco cuadras en las que no se note la presencia de una iglesia evangélica y mucha gente, como Aura, la mamá de las tres niñas asesinadas, está convencida de que su mejor psicoanalista es Dios. Su pastor comparte esa idea y le proporciona ayuda a cambio del diezmo.
La señora Aura aún no puede hablar del asesinato de sus hijas. Le cuesta cada palabra que sale de su boca. Durante nuestra entrevista tuvimos varios momentos de silencio. Más bien me enteré de lo sucedido por un reportaje periodístico. Ella vive en San Lucas, en un caserío realmente retirado e incomunicado. Sus hijas Heidi, Wendy y Diana tenían que cruzar a diario un camino boscoso para ir a la escuela, que quedaba a siete kilómetros de su casa. Ahí fue donde las encontraron muertas. Al parecer, Wendy fue testigo del robo que un mara apodado El Coche realizó en la casa de su tía y lo denunció. El Coche amenazó con matarla y lo cumplió. Durante las investigaciones se descubrió que también había participado en el ataque contra las niñas Noé, el cuñado de ellas, esposo de su hermana de 15 años. El machete con el que las asesinaron, después de haberlas atacado sexualmente, fue encontrado en el pozo que se encuentra junto a la casucha de tablones en donde vive Aura y los restantes miembros de su familia. Durante el juicio que se siguió en contra de los acusados tuvieron que exhumar a las tres niñas. Así que Aura tuvo que desenterrar y volver a enterrar a sus hijas. Aún no supera el duelo. La ayuda que ofrece Médicos Sin Fronteras en su caso no ha sido tan efectiva, pues a Aura -por razones de lejanía- se le dificulta enormemente asistir a sus citas. Prefiere asistir a la iglesia evangélica que está frente a su casa.
Muchos son los que buscan consuelo en la fe. Sergio, un hombre inteligente y sensible de 25 años de edad, sufrió un abuso sexual en su infancia y la manera en que intentó sanar fue ingresando en un seminario. Me comentó que no pudo seguir con sus estudios porque no se sentía bien consigo mismo, de alguna manera no se sentía digno. La formación sacerdotal que estaba recibiendo no le ayudaba del todo a poner en orden su mundo interior que había sido fuertemente dañado. Alguien le sugirió buscar la ayuda de Médicos Sin Fronteras. Al principio se resistió, pues le informaron que todas las psicoanalistas eran mujeres. Sin embargo, sus deseos de sanar le hicieron superar ese prejuicio y asistir a la terapia. Sergio dejó el seminario y ha trabajado admirablemente para enfrentar sus heridas y aceptar que no hay nada condenable ni despreciable en su pasado. Que lo que su cuerpo había experimentado en nada alteraba su verdadero origen, su verdadera identidad. Sentada frente a él viendo la calidez de su mirada, le pregunté si creía tener una fe auténtica en un Dios amoroso, en un principio unificador de todas las cosas. No se tardó en responder con verdad: sí, tengo fe. ¿Y cómo crees que ese Dios te vería en este mismo instante? Se le humedecieron los ojos y me contestó viéndome directamente, con una mirada profunda, tranquila y limpia: ¡Con amor? Dios me vería con amor!
ese día en verdad agradecí esas palabras. Nadie había mencionado la palabra amor durante sus testimonios. En general, si somos sinceros, pocas veces al día escuchamos la palabra amor y somos pocos los que nos atrevemos a mencionarla. Como que lo aceptado socialmente y políticamente correcto es hablar del infierno en que vivimos; del desastre económico, de los muertos, de los descabezados, de los torturados, del narcotráfico, de la destrucción ecológica, de que el agua se acaba, de que el planeta se calienta y de que no hay futuro para nuestros hijos. Para ese día después de haber escuchado y presenciado tanto y tanto dolor, me sentía triste y deprimida, por eso también recibí como un regalo, como un alivio, la visita que hice a casa de Cindy, una niña de 13 años que fue violada por su padrastro y quedó embarazada de él. Yo me esperaba un cuadro triste y desolador, una familia destruida y una niña sin futuro. Para mi sorpresa fui recibida en una casa pequeña y humilde, donde se respira afecto. Cindy está recuperada y en verdad quiere a su hijo. Me sorprendió ver que lo mira como creo que Dios mira a Sergio. La vi cuidarlo, atenderlo y protegerlo de la manera más amorosa. Su hijo es un plácido bebé de seis meses que sonríe dulcemente. Quiero recalcar que ha sido fundamental el apoyo que ha recibido Cindy de parte de Ana, su madre. Sin él, su recuperación no habría sido igual. Su madre la apoyó en todo momento. Denunció a su propio esposo y padre de la menor de sus hijas y no se tentó el corazón para meterlo en la cárcel. Aceptó también el deseo de Cindy de llevar a término su embarazo. La psicóloga que la atendía le preguntó a Cindy si en verdad quería tener al niño y luego de algunas sesiones ella decidió que sí, que en ese niño había parte de su herencia genética, de la cual estaba orgullosa, y que deseaba tenerlo. Cindy y Ana son mujeres fuertes y valientes que se quieren y se apoyan. Ana está dispuesta a cuidar a Manuel Alfredo, como se llama el pequeño, para que Cindy continúe con sus estudios. Y Cindy, a ayudar a su madre para que pueda trabajar medio tiempo y sostenerlas a ella, al niño y a Carla, su media hermana, que a su vez es tía hermana de Manuel Alfredo.
Otro de los casos en donde pude comprobar que cuando al tratamiento que ofrece Médicos Sin Fronteras se le añade una dosis de solidaridad humana el resultado es sorprendente. María es una trabajadora doméstica de 23 años que fue violada por un vigilante cuando regresaba de la escuela. María es indígena y llegó a trabajar a la ciudad de Guatemala cuando casi era una niña. La familia que la acogió le permite continuar con sus estudios y la ha apoyado incondicionalmente. En compañía de ellos, presentó su denuncia y acudió a la clínica en donde Médicos Sin Fronteras ofrece su ayuda. María, por su parte, muestra un gran carácter y deseo de superación. Trabaja por las mañanas en las labores hogareñas y por las tardes asiste a una escuela donde estudia para perito contador. Va de cinco de la tarde a diez de la noche y estudia hasta la una o las dos de la madrugada. El día en que la violaron regresaba de un examen final. Este dato me llamó la atención, pues tal parece ser que cuanto más muestras de independencia refleja una mujer, más se le intenta lastimar. De los casos que entrevisté, todas las mujeres agredidas iban a la escuela y sobresalían en sus estudios o, como en el caso de María José, al día siguiente de su violación iban a coronarla como la reina de la escuela.
Lo que los agresores no toman en cuenta es la fortaleza que puede haber en el interior de una persona. Durante mi conversación con María, nunca percibí el menor destello de temor en sus ojos. Se mueve con firmeza, habla de su problema con fluidez y sin dolor. Piensa seguir con sus estudios y algún día independizarse. Esa misma fuerza la percibí tanto en Cindy como en María José.
No quise finalizar mi visita a Guatemala sin hacer un recorrido por Chichicastenango. Me acompañaron unas "mis amigas guatemaltecas", como acostumbran decir por allá. Me gusta que coloquen el "mi" antes del sujeto. Fue un viaje mágico e inolvidable. También visitamos la deslumbrante y conmovedora ciudad de La Antigua, que debe su nombre a que fue la primera capital de Guatemala. Como amante de las artesanías, disfruté al máximo con el colorido de los trajes de las mujeres indígenas y nuevamente con la similitud que guardan sus bordados con los mexicanos. Gocé al máximo de la comida; de la manera en que los ritos ancestrales permanecen y conviven con los ritos de la Iglesia católica, de los chamanes con sus velas, sus flores, sus sahumerios; de la presencia del futuro, pasado y presente integrados en un mismo día alegre y luminoso. El viaje se nos hizo corto, no paramos de hablar de cómo se puede solucionar el grave problema de violencia que aqueja al mundo. Gracias a ellas me enteré de la cantidad de gente que trabaja a favor de la paz dentro de Guatemala. Conocí empresarios responsables que están ayudando a crear pequeñas industrias ecológicas dando trabajo y educación a niños indígenas. Seres humanos que son conscientes de que la mejor manera de hacer negocios o de hacer política es a través del amor.
Coincido totalmente con ellas, pues con tristeza tenemos que aceptar que los seres humanos no hemos podido erradicar los crueles actos de violencia en contra de las mujeres a pesar de la labor extraordinaria de Myrna y Helen, a pesar del maravilloso trabajo que el fiscal del Tribunal Supremo español, Carlos Castresana, realiza al frente de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), a pesar de la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las mujeres (Conaprevi), a pesar de Irma Alicia Velasquez Nimatuj y su apoyo a los pueblos indígenas, a pesar de las madres de familia que día a día luchan por proteger a sus hijos, a pesar de las organizaciones feministas.
Organizaciones van y organizaciones vienen. Profetas van y profetas vienen y aún no hemos podido evitar los ataques y los asesinatos porque creer es crear y mientras sigamos creyendo en la violencia como manera de solucionar nuestros problemas, seguiremos creando violencia. Y la violencia provoca miedo, y el miedo, desconexión, y la desconexión, deseo de no pertenencia a un grupo social. Desde mi punto de vista, el cáncer que ataca a Guatemala y a México es un cáncer que no va a desaparecer sólo con nuevas leyes y nuevas penalizaciones, sino con una nueva manera de mirar la realidad que nos regrese al concepto del Inlakesh: lo que te hago a ti me lo estoy haciendo a mí mismo porque somos uno. Lo que quiero para mí es lo que a ti te doy. Recuperar esa sabia manera de concebir el mundo que los mayas tenían seguramente nos ayudaría a vivir de manera pacífica. Curiosamente, en el budismo se le llama maya a la ilusión que provocan nuestras percepciones. Buda pudo despertar del sueño cuando cerró sus ojos. Fue en ese estado de meditación cuando supo quién era y restableció su conexión con la fuente que lo creó -la misma que nos mantiene a todos en unión-. La invitación sigue ahí, las palabras de los profetas siguen ahí, en ese campo de información que nos rodea. Sólo tenemos que entrar en contacto con él para, al igual que los mayas, ver más allá de nuestros ojos y darnos cuenta que formamos parte de un todo indivisible. Deseo que esteaño que comienza recordemos nuevamente a un hombre que hace miles de años nos invitó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y lo hagamos realidaden nuestros corazones. Que las lágrimas de dolor de nuestros hermanos sean como el agua que la Montaña Sagrada hizo brotar del Inframundo para garantizar la vida, una vida renovada en el interior de la cueva, en el fondo de los ojos, en el centro de la pupila, una mirada de luz que nos permita unificar los mundos, todos los mundos.

TESTIGO DEL HORROR

Éste es el sexto reportaje de la serie con la que ‘El País Semanal’ y Médicos Sin Fronteras se acercan a los conflictos olvidados. Precedieron a Laura Esquivel John Carlin, Juan José Millás, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez y Laura Restrepo.

Los ángeles emergen como nuevo fenómeno para sustituir a los vampiros

Dibujo de un ángel 

De los colmillos a las alas

 

¿Se ha agotado la sangre? Como si le hubieran clavado una estaca de madera en el corazón, el fenómeno literario y cinematográfico de los vampiros parece que tiene los días contados. Un nuevo ser surge de los despachos de las editoriales: los ángeles. Remite el filón de los chupasangres mientras los editores luchan por repetir el éxito de la escritora estadounidense Stephenie Meyer, de 37 años, con la saga Crepúsculo.
Por lo pronto, dos títulos sobre seres celestiales se abren paso entre las listas de los más vendidos en EE UU. Es el caso de Fallen, de Lauren Kate y, más modestamente, Hush, hush (Silencio, silencio), de Becca Fitzpatric. Al igual que la creadora de Crepúsculo, las dos son escritoras menores de 40 años y estadounidenses.
Hay más similitudes entre el fenómeno de los vampiros y los ángeles. Las nuevas criaturas no son seres inocentes y bondadosos. Se trata de ángeles caídos de alas rotas por haber coqueteado con el mal. "Aparentemente son ángeles normales, pero tienen un lado oscuro. Un poco como los vampiros", explicaba el mes pasado, en el periódico The Independent, Megan Larkin, editora de ficción en Usborne. "Pero en lugar de chupar sangre, los ángeles roban energía y vida a los humanos para sobrevivir".
Con estos ingredientes, Hollywood, siempre atento, ha puesto sus ojos en los ángeles para repetir el fenómeno de los vampiros en la gran pantalla. Disney, en busca de su Crepúsculo, ya ha comprado los derechos de Fallen para llevarla al cine; el actor Will Smith trabaja en una adaptación de Angelology, de la escritora Danielle Trussoni (también estadounidense y menor de 40 años) y en España está a punto de estrenarse Legión, en la que el actor Paul Bettany se convierte en ángel que salva a la humanidad del Apocalipsis.
Aunque, cuidado. No será tan fácil olvidar a los vampiros. Primero, porque aún queda al menos una película por estrenar de la saga Crepúsculo -Eclipse-. Y segundo, porque siempre han estado presentes en la historia de la literatura, el cine y la música. Lo sabe bien Villi Valo, cantante del grupo de rock oscuro HIM, que están a punto de publicar disco nuevo. "Los vampiros siempre vuelven", explica Valo. "Cuando se pase un poco la moda volverán a sus ataúdes y esperarán pacientemente para volver a salir. Reaparecen cada 10 años". Raúl González, editor de Alfaguara, que ha editado en España la saga Crepúsculo, calcula que al fenómeno vampírico le queda por lo menos un año. "Cuando acabó el éxito de Harry Potter todo el mundo se puso a especular qué iba a venir después. Nadie lo tenía claro", explica González. "Hace dos años nadie ofertaba novelas de vampiros y de dos años para acá han salido hasta de debajo de las piedras". Además de los ángeles, hay otras ofertas encima de la mesa: zombies, hombres lobo, espíritus... "Es muy difícil saber a ciencia cierta qué va a venir después de los vampiros. Lo que está claro es que lo siguiente tendrá esa esencia gótica con elementos de triángulo amoroso y un gran componente de aventura y fantasía límite", deduce el editor.
Sí está convencidísima Gema Xiol, editora de Random House Mondadori que publica en España el próximo 12 de marzo Fallen, de Lauren Kate. Traducida aquí como Oscuros tiene todas las piezas de una historia de amor con tintes paranormales o fantásticos. "El éxito que la novela está teniendo en EE UU e Inglaterra avala la teoría de los ángeles", explica Xiol. "Oscuros es la historia de una pareja de ángeles enamorados que sufren una condena divina", continúa. "Durante la guerra en el cielo, Daniel y Lucinda son castigados porque, en lugar de elegir entre el bien y el mal, apuestan por su amor. Por eso Daniel es condenado a hacerse inmortal en la tierra y Lucinda es obligada a reencarnarse en humana una y otra vez sin recordar nada. Ella cada vez que se encuentra con Daniel muere". Un dramón al estilo Romeo y Julieta con tonos entre celestiales y góticos. Los escritores de best sellers tienen trabajo y quizá este año Lucía Bosé, madre del cantante, pueda reabrir su Museo de los Ángeles.

domingo, 17 de enero de 2010

Operación Mincemeat: Diez historias (españolas) de espías de la II Guerra Mundial

Juan Pujol, en un fotograma de la película Garbo'.Juan Pujol, en un fotograma de la película Garbo'.
  • Los alemanes, confiados por 'jugar en casa' perdieron la batalla del espionaje
  • Muchos falangistas se ofrecieron a los nazis... con pocos resultados
Las recientes revelaciones de la operación Mincemeat y el estreno de la extraordinaria película 'Garbo' de Edmon Roch animan a mirar hacia un momento insólito en el que España fue el escenario fundamental de la guerra de inteligencia entre nazis y aliados.
Empecemos por el propio Garbo. ¿Cómo es posible que el espía más decisivo de la Segunda Guerra Mundial nunca pisara una oficina de ningún servicio de inteligencia, no hablara inglés ni alemán, y acabara convirtiendose en la única persona condecorada por ambos bandos durante la contienda? Responder a esta inquietante pregunta sólo es posible a partir de la singular de Juan Pujol, el Garbo de los aliados, el Arabal de los alemanes.
De esquivo prófugo durante la Guerra Civil a agente doble, pieza fundamental en el desembarco de Normandía..., Pujol recorrió una trayectoria tan fascinante como útil para desentrañar el juego de intereses y falsedades que convirtieron a España en un foco de espionaje determinante para el resultado final del conflicto. Primero contactó con los alemanes, los convenció de ser un nazi convencido. Falso. Improvisó para ellos un puñado de informes y, cuando su aventura personal parecía tocar fin, fue captado por los británicos.
A partir de ahí, Pujol trasladado realmente a la capital británica, la eficacia de Pujol como intoxicador al servicio del MI5 constituyó uno de los ejercicios más sorprendentes de pericia en la historia del espionaje moderno. Nada de eso hubiera sido posible sin la ayuda de su enlace en el servicio de contraespionaje británico, Tomás Harris, un bohemio pintor de madre española que representa por sí mismo otro personaje de inagotable fascinación.

Alemanes relajados

La labor de Pujol no habría sido posible si los agentes de inteligencia alemanes en Madrid no hubieran pecado del exceso de confianza que les permitía saberse en territorio amigo, con un régimen cómplice y una opinión pública favorable. Berlín desplegó en Madrid su mayor embajada en un país supuestamente neutral. Entre el más de medio millar de funcionarios existía una nutrida nómina de agentes de la Gestapo, el Abwehr, y el SD, el servicio de información político del partido nacional-socialista.
Al frente de este operativo figuraba Wilhelm Leissner, alias Gustav Lenz, un respetado oficial de la armada amigo personal del almirante Canaris. La ideología conservadora de Leissner, no obstante, distaba de encajar en los principios del nazismo y su puesto en Madrid obedeció siempre a su discreción y a su amistad personal con Canaris.
De él dependían dos de los agentes más activos del espionaje militar en España: Eberhard Kieckebusch y Friedrich Knappe Ratey, alias Federico. Éste último resultó ser el mentor de Pujol como agente alemán, ajeno al engaño del que era objeto.

Falangistas de mala vida

De ambos dependió igualmente el amplio listado de españoles que por convicción o dinero se prestaron a colaborar con la inteligencia germana en el Reino Unido y otros países enemigos del Eje. Entre ellos, el personaje más exótico e inclasificable fue sin duda Ángel Alcazar de Velasco, falangista de camisa vieja, torero en su juventud, pintor y periodista, que sumaba a sus dudosas cualidades como espía la amistad personal con Ramón Serrano Suñer.
Alcázar de Velasco fue nombrado agregado de prensa en la Embajada Española en Londres con la misión clandestina de suministrar información a Berlín y crear una red de agentes. El duque de Alba, entonces embajador, toleró pero nunca acató de buen grado su presencia. En la órbita de Velasco actuaron como informadores improvisados un joven falangista llamado Miguel Piernavieja del Pozo (neutralizado desde un primer momento a causa de su afición a las faldas y la bebida), y Luis Calvo, corresponsal del diario 'ABC' y futuro director del periódico. Detenido por el MI5, Calvo fue llevado al campo de prisioneros 020, a las afueras de Londres, interrogado desnudo y considerado culpable de espionaje. Sólo la mediación diplomática al más alto nivel impidió una sentencia de muerte, aunque pasó el resto de la guerra como prisionero.
El propio Velasco fue siempre objeto de seguimiento por el MI5, si bien no hacía falta demasiado empeño en vigilar su conducta. Su indiscreción era notoria y no dudaba en visitar alguno de los más exclusivos clubs londinenses con el uniforme falangista.
El prolífico Velasco llevó sus ansias aventureras posteriormente hasta el mismo Imperio japonés, para quien creó una red de confidentes en Estados Unidos, la red Tô, de exiguos resultados pero que le reportaron pingües beneficios. En ella colaboraron varios diplomáticos, y alguno, como el cónsul español en Vancouver Fernando de Kobe, pagó la osadía con su detención a manos del FBI.
Otros diplomáticos de carrera también prestaron su esfuerzo a la causa alemana con una dedicación que fue incluso criticada desde Madrid. Fue el caso, por ejemplo, de Pedro Prat y Soutzo, embajador durante la guerra en Turquía y Finlandia, condecorado tanto por Italia como por Alemania, quien no dudó en prestar notables servicios al Eje mediante la divulgación de información diplomática y datos de la Unión Soviética que remitía tanto a Berlín como a Madrid.

Un confortable refugio

Con la derrota del Eje, la mayoría de estos agentes, de perfil más propio de 'anacletos' que de profesionales de inteligencia, vieron frustradas sus aspiraciones. Sin embargo, varios reincidieron en su batalla particular, ahora contra el comunismo y la influencia soviética. Alcázar de Velasco y Prat siempre se mostraron contumaces en la defensa de sus principios. Les apoyaba un régimen que, aunque diplomáticamente había variado su lealtad, mantenía una enconada simpatía por el amigo derrotado.
En los años inmediatamente posteriores, Madrid acogió a no menos de medio centenar de importantes nacional-socialistas o fascistas procedentes de países satélites. Otto Skorzeny, Leon Degrelle o Ante Pavelicv no representaron una excepción, sino la regla de una diplomacia tácita de acogida. Vivieron en un refugio acogedor y cómplice, al tiempo que Pujol mantenía el anonimato de una vida anodina en Venezuela siempre temeroso de que se descubriera su auténtica identidad. Al fin y al cabo, sabía que los primeros, los otros, seguían contando con su hombre en Madrid.

* Javier Juárez es periodista y escritor. Ha publicado entre otras obras 'Juan Pujol, el espía que derrotó a Hitler' y 'Madrid, Londres, Berlín. Espías de Franco al servicio de Hitler'. Su último libro es 'Comandante Durán. Leyenda y tragedia de un intelectual en armas'

jueves, 14 de enero de 2010

EL PAÍS convoca los Ortega y Gasset al mejor periodismo

Los Premios Ortega y Gasset de Periodismo celebran este año su vigesimoséptima edición con la vocación de reconocer los mejores trabajos publicados en español en cualquier país del mundo en 2009. EL PAÍS convoca este premio en cuatro categorías: periodismo impreso, digital, gráfico y trayectoria profesionaly deberán ser presentados antes del 31 de marzo. El fallo se hará público a través del diario y se conocerá antes del 30 de abril. Los premios están dotados con 15.000 euros y una obra de Eduardo Chillida.
 Para la modalidad de periodismo impreso deberán presentarse dos ejemplares originales de la publicación. En el caso de la digital habrán de remitirse las obras tras cumplimentar el formulario disponible en la dirección www.premiosortegaygasset.com. Los aspirantes gráficos deben enviar copias de las instantáneas, un duplicado en CD y DVD y un ejemplar del periódico o revista donde hayan sido difundidas. Y para optar al premio a la trayectoria se remitirán dos copias con los méritos de los profesionales o medios.

lunes, 11 de enero de 2010

La luz crepuscular Joaquín Leguina

 
La luz crepuscular
 
Colección: Hispánica |  Páginas: 544 |  Fecha de publicación: 20/1/2010
Género: Novela |  Precio: 19.50 €
ISBN: 978-84-204-0526-1 |  EAN: 9788420405261
«Una novela que saca a la luz la emoción que sentí —o sentimos— quienes veíamos en aquellos acontecimientos el inicio de una nueva era, nuestro encuentro con la Historia.»
JOAQUÍN LEGUINA
Sin caer en la trampa de colocarse a sí mismo tal como es ahora, Joaquín Leguina nos revela los entresijos de una época. Un documento de primera mano para entender los sucesos políticos de los últimos años dentro y fuera de nuestro país: la posguerra, Mayo del 68, el triunfo y caída de Allende, la muerte de Franco, la transición, las sucesivas victorias y derrotas del PSOE…

Pero es, también, la crónica sentimental de una generación, la de Leguina. Sus amores y sus desengaños, donde late la añoranza de la luz de los veranos juveniles y el dolor del regreso al pasado.

Realidad y ficción conviven en La luz crepuscular, un testimonio político, moral, histórico y, sobre todo, humano, en el que Joaquín Leguina nos habla de justicia, libertad, pasión y amor en una historia marcada por la memoria personal y la colectiva. 
 


Ednodio Quintero: El hombre que regala historias

Los cuentos reunidos del venezolano Ednodio Quintero, creador de un mundo con mitología propia, lo confirman como uno de los autores latinoamericanos más imaginativos 

Ednodio Quintero
CARLES GELI 09/01/2010
 

Un funambulista actúa en un pueblo; todo el mundo acude porque saben que, dada la dificultad suicida, el equilibrista caerá tarde o temprano. Un joven va un día, y otro y otro y otro a verlo y nunca pasa nada; hay peligros, sustos, pero nada; una sola vez, una causa muy de fuerza mayor, y no puede acudir; el funambulista cae, efectivamente. Se lo regalo: escríbalo usted, pero ha de dejar bien claro que era el que iba cada día quien sostenía al funambulista". No es frecuente obsequiar a alguien con un relato... por hacer, pero así de generoso se muestra el venezolano Ednodio Quintero (Las Mesitas, Trujillo, 1947). Puede permitirse regalar ideas tan caras visto Combates (Candaya), primera entrega de sus cuentos completos que recoge, sin embargo, su producción corta más reciente, la que va entre 1995 y 2000: abundancia de historias en un paisaje duro que enmarca un mundo un poco angustiante, casi mitológico, de guerreros y personajes con códigos extraños, susceptibles a la metamorfosis y el antropoformismo, de los que sabemos lo justo gracias a un lenguaje tan preciso como breve.

"El idioma es un instrumento descuidado; el escritor tiene que rendir cuentas no al mercado sino a Cervantes y a la lengua"
"El 90% de la intelectualidad no está con Chávez, pero es un ignorante muy hábil y lo iguala todo por lo bajo"
Ese punto de inquietante fantasía lo destila el propio Quintero, piel bruñida y ojos ligeramente achinados -"me considero mestizo, pero sólo soy un 16% indio, lo calculé"- destinado, como máxima aspiración social en esas latitudes, a ser telegrafista rural y hoy una de las voces más potentes de su país. "Nací en una aldea de 500 almas, apartado de todo y donde se llegaba a caballo; no había electricidad ni nada y el imaginario era casi medieval, del XVI, de cuando llegaron los descubridores españoles".
La geografía rural era curiosa: "A más pobre, más subían las gentes la montaña", formula. En su caso, llegó a los 2.600 metros de un pueblecito llamado Visún. "Yo leía antes de hablar, más que nada por silencioso; luego tuve un conflicto de adolescencia pero pensaban mis padres que estaba enloqueciendo; yo me decía: 'No sé qué soy pero soy distinto a los demás'. Y me llevaron a temperar en el campo". El castigo fue una casa de un pariente con una biblioteca notable que se tradujo en la lectura de Faulkner a los 15 años y un "contacto intenso con lo natural, lo vegetal y, sobre todo, lo mineral". Y quizá por eso, quien quería ser ingeniero civil de vocación -"esos de construir puentes y carreteras"- acabó por error -"me equivoqué de verdad al matricularme"- en la de forestal, lo que le permitió recorrerse casi todos los bosques de la Amazonia y de Costa de Marfil, que pueden vislumbrarse como atrezzo en, entre otras, su primera y elogiada novela, La danza del jaguar (1991).
¿Si en parte explica una geografía, explica también esa infancia unos personajes? "Si hay algo de mitología, si acaso es griega, pero mis mitologías son inventadas, son rituales o cosas totalmente imaginadas o que lo parecen; la imaginación es la premisa básica de la escritura; no tengo nada contra el realismo, pero lo mío es la imaginación al servicio de la nada". Y en esa línea cita sobre todo a Kafka ("La transformación me dio pesadillas"), Borges y Cortázar, influjos que a partir de los relatos de El corazón ajeno (2000) desaparecieron. Ardua labor. "La escritura es una moledora de todo: un escritor, en su fase inicial, siempre es la imitación de otro autor precedente o de sus padres hasta encontrar un mundo, una voz...". Por eso se ha dicho de Quintero que es un explorador impune: "El idioma es un instrumento descuidado por todo el mundo; el escritor tiene que darle cuentas no al mercado sino a Cervantes y a la propia lengua, ayudar a crear un idioma, con un léxico propio y construcciones de forma particular...". ¿Un estilo? "No, va más allá lo que quiero decir... Y después, morirse: mi pacto fáustico sería ése".
En esos cuentos que parecen sueños ("muchos provienen de él, como el relato 'Caza': los recuerdo al despertar; otras veces tengo ensoñaciones estando despierto y sólo reacciono haciéndome sonar los dedos de los pies") abundan guerreros de códigos extraños, heridos física y mentalmente. Casi un ejército al final. "Detesto la violencia, no discuto y ni por llevar, no llevo ni cortaúñas, pero la existencia es una guerra; el mundo es hostil; no profeso religión alguna pero existen dioses que se meten en tu vida; buenos y malos; en fin, la existencia es una mala batalla a librar". Y también caen mucho, ya en agujeros exteriores o en los más hondos de uno mismo, como explicita el relato 'La caída'. "Soy un jinete amniótico: estando embarazada, mi madre se cayó del caballo y yo recuerdo que me agarré del cordón umbilical como un mono de una liana: esa imagen me ha perseguido mucho tiempo".
Pero los personajes de Quintero no se dan por vencidos ni en los peores contextos ("incluso en mis correos utilizo la coletilla: 'No nos rendimos'; sólo hay una vida"), hablan mucho consigo mismos, en primera persona, y hasta con su álter ego: "He llegado a la conclusión de que esa voz es fruto de lo solitario que he vivido; si tengo problemas, aún hoy me hablo en voz alta; yo viajo autárquico". ¿Y puede ser que sufran de una especie de ceguera? "El ojo humano está hecho para ver ciertas cosas, no está preparado para verlo todo de la realidad, como las energías que nos rodean". Y dice que la reflexión le lleva a pensar en el relato 'El hombre caja', donde el personaje decide vivir dentro de una caja en la que mira el mundo sólo a partir de una pequeña hendidura practicada para ver. El relato es del japonés Kobe Abe, que Quintero cita, junto a Banana Yoshimoto, como buen japonólogo que es y tras vivir en el país un año: "Lo japonés sintoniza con mi manera de ser: el respeto por el otro, la tranquilidad; dicen que son extravagantes y eso es fruto de su libertad". ¿Y cómo ve el efecto Haruki Murakami? "Se explica mucho por su mezcolanza entre lo estadounidense y lo japonés y también está la conexión por el lado chamánico".
Es Quintero una voz consolidada -La muerte viaja a caballo (1974); Mariana y los comanches (2004)...- de una literatura venezolana de la que, desde fuera, apenas llegaron Rómulo Gallegos o Arturo Uslar Pietri y que con el boom latinoamericano justo sacaron la nariz Guillermo Meneses y Adriano González León. "Mi teoría es que, al igual que hacemos con el petróleo, nos creemos un país autosuficiente en casi todo; es un fenómeno muy del siglo XX; también es cierto que no hemos tenido exilio y sí una industria editorial correcta", acota. Pero tampoco hablan de ellos sus vecinos literarios cuando visitan España. "Eso es por el proceso de balcanización sociocultural de América Latina", responde y añade dos nombres imprescindibles: Rafael Cadenas en poesía y Victoria de Stefano en narrativa. ¿Y el influjo de un político como Hugo Chávez en la cultura venezolana? "El 90% de la intelectualidad no está con él, pero es un ignorante muy hábil: las librerías del Estado son muy baratas, por ejemplo, pero iguala por abajo: los extranjeros que llegan son, por ejemplo, bolivianos, y se da una orientación ideológica desde las escuelas notable".
Dice que ha perdido energía al escribir, pero no al leer, a la que ha llegado a dedicar "sesiones de 14 horas"; quizá por eso puede citar a Bernardo Atxaga, Enrique Vila-Matas o Ignacio Martínez Pisón. Y, por eso, nadie mejor que él para definir el cuento, unas notas que saca de una pequeña libreta, como si de una fórmula se tratara: "Objeto narrativo geométrico -su mecanismo debe responder a una esfera-, preciso -sin ripios ni memeces- y precioso -con un lenguaje muy cuidado". Debe irse. Uno se disculpa por si lo ha entretenido en exceso. "No sufra; nunca llego tarde: siempre pasa algo que hace que esté a la hora por más que no quiera". ¿Estará regalando otro cuento? -
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Combates. Ednodio Quintero. Candaya. Barcelona, 2009. 336 páginas. 18 euros

martes, 5 de enero de 2010

El callejero masónico de Washington

El autor de 'El código Da Vinci', Dan Brown, traza una ruta de misterios y logias en su última novela  
The Capitol in Washington DC
Chuck Kennedy / MCT


La nueva novela del autor de El código Da Vinci, Dan Brown, ocurre en una ciudad fascinante en sus contradicciones. Hunde sus raíces estilísticas en la antigüedad, pero sólo tiene 200 años de historia. Es en sí misma un homenaje a la razón, pero se inspira en arcanos simbólicos como las estrellas de cinco puntas y las cruces. El símbolo perdido es en sí mismo un mapa oculto de Washington, una ciudad diseñada por masones.

01 La Casa del Templo

Durante décadas, los amantes del ocultismo han utilizado el mapa de la capital de Estados Unidos para trazar figuras esotéricas. La Casa Blanca, unida a las rotondas que la rodean, forma una estrella de cinco puntas invertida. En la misma calle de la residencia presidencial se halla La Casa del Templo del Consejo Supremo Número 33, una logia masónica construida a imagen y semejanza del mítico Mausoleo de Halicarnaso.
Dos esfinges reciben al visitante. Una claraboya ilumina la sala central, en cuyo centro se yergue un pedestal con los libros sagrados. Aquí, en este escenario abierto al público, bebe la sangre simbólica e iniciática el demonio Mal'akh, de un cráneo humano, en las primeras páginas de la novela.
"El señor Brown estuvo aquí, documentándose para su libro", explica Arturo de Hoyos, Gran Archivero y Gran Historiador de la logia. "El libro es, sin duda, una obra de ficción, y en eso se queda. No hay parecido con lo que es la realidad de los masones. Somos una hermandad nacida bajo los principios de la Ilustración".
Como demuestra este lugar, los masones gustan de recargar sus templos y monumentos de símbolos tomados de muchas tradiciones, la del Antiguo Egipto sobre todo: las esfinges, las pirámides, los obeliscos. "Enseñamos a través de los símbolos, creemos en la iluminación del alma a través de estas alegorías", explica De Hoyos.
En la tradición masónica de Estados Unidos hay un personaje muy respetado: el fundador de la patria, el general y primer presidente George Washington. A su memoria, precisamente, se le dedicó uno de los principales templos masones de Estados Unidos en Alexandria, a las afueras de Washington. Fue construido en los años veinte del siglo pasado, imitando al faro de Alejandría.
En Estados Unidos hay unas 35 logias masónicas. Entre los padres fundadores de la patria había unos 18 masones. Y era masón el arquitecto franco-americano Pierre L'Enfant, que diseñó esta ciudad en 1791 (un proyecto que se extendería durante más de un siglo y cuya magnitud ha quedado como uno de los últimos hitos del urbanismo). "Está claro que hay cierto simbolismo masónico en el diseño de esta ciudad", explica Thomas B. Allen, experto en historia local. "Los masones creen en la armonía, en la importancia de que los edificios muestren un simbolismo y una disposición entre ellos que refleje su fascinación por el conocimiento y la sabiduría".
En el interior de este monumento, un mural muestra al general Washington colocando la primera piedra del Capitolio en 1793, siguiendo un pomposo rito masónico, ataviado con un delantal y luciendo otro símbolo muy querido para esa hermandad: la escuadra y el compás.

02 El Capitolio

El Capitolio marca la vida de Washington. Es un complejo inmenso, con sus propios restaurantes, su sistema de metro e infinidad de pasadizos subterráneos. Acceder al edificio principal es posible a través del Centro para Visitantes abierto el año pasado. Las diversas visitas guiadas enseñan lugares memorables, como la Rotonda o el Salón de Estatuas. Pero en este edificio hay secretos reservados para algunos privilegiados.
Sólo a través de un congresista se puede acceder a la cúpula y a la torre exterior que la corona, a 365 escalones de distancia. Primero, esta escalera llega a la balconada circular del interior de la cúpula, desde la que se ve la Rotonda en picado. Sólo entonces es capaz el visitante de valorar la inmensidad de la bóveda, dentro de la cual cabe la Estatua de la Libertad de Nueva York, con sus 46 metros de altura.
En las catedrales católicas, las cúpulas sirven para reflejar el mundo celestial, el advenimiento de Jesucristo. La del Capitolio es exclusivamente laica. En su techo, a Jesucristo le sustituye el propio general Washington, sentado en los cielos, laureado por las diosas de la Victoria y la Libertad.
"La arquitectura neoclásica está meticulosamente diseñada para evocar la grandeza de la antigua Roma, cuyos ideales fueron la inspiración de los fundadores de América cuando establecieron las leyes y la cultura de la nueva República", según escribe Dan Brown en su novela. A través de la balconada interior se accede a la torre que adorna la cúpula en el exterior, desde la que se tienen unas impactantes vistas del distrito de Columbia.
Desde esa torre se percibe el simbolismo religioso con el que los fundadores masones de la patria diseñaron Washington. Los monumentos a Jefferson y Lincoln, el Capitolio mismo y la Casa Blanca forman una cruz, en cuyo centro se yergue otro de los puntos cruciales de la novela de Brown: el monumento a Washington, el obelisco más alto del mundo.

03 El Obelisco

Admiradores de la arquitectura y el arte de la antigüedad, los masones tomaron el símbolo del pilar como una representación de su relación con la divinidad. Tal y como el experto masón Carl Claudy dijo en su Introducción a la masonería, "los pilares son símbolos de gran valor; el iniciado de la antigüedad veía en el obelisco el verdadero espíritu del dios al que adoraba".
Se puede ascender hasta un mirador situado en la pirámide que corona el monumento, a 169 metros de altura, con un ascensor. Para acceder a él hay que retirar unas entradas gratuitas, muy preciadas en la ciudad, que se reparten a las ocho y media de la mañana y se agotan en minutos, en un centro de visitantes cercano.
Subir hasta esa pirámide significa estar en el punto más elevado de la ciudad, en el nivel más elevado de cuantos se puede encontrar en esta masónica ciudad. Dan Brown así lo entendió, y por eso le dio a este punto, visible desde la Casa Blanca, el Capitolio y casi toda la ciudad, un protagonismo merecido en su novela. Desde aquí se confirma lo que el escritor observa en el libro: "Incluso desde el aire, Washington DC exuda un poder casi místico".

GUÍA

Visitas
» Casa Blanca (www.whitehouse.gov/espanol). 1600 Pennsylvania Avenue Northwest. De martes a jueves, de 7.30 a 11.00. Viernes, hasta las 12.00, y sábados, hasta las 13.00. El Centro de Visitantes de la Casa Blanca (esquina entre la calle 15 y la calle E) abre de 7.30 a 16.00.
» Casa del Templo (www.scottishrite.org). 1733, calle 16. De lunes a jueves, de 10.00 a 16.00. Entrada, 5 euros. Los masones y sus familiares entran gratis.
» Capitolio (www.visitthecapitol.go). 100, avenida Constitution. De lunes a sábado, de 8.30 a 16.30. Entrada gratuita.
» Obelisco (www.nps.gov/wamo). Avda. Constitution, esquina a la Calle 15. Diario, de 9.00 a 17.00. Gratis, pero hay que reservar en Washington Monument Lodge (Calle 15) a partir de las 8.30. El National Park Service (www.recreation.gov) reserva por 1.50 dólares.

domingo, 3 de enero de 2010

ENTREVISTA Ilich Ramírez, 'El Chacal'

 
Chacal, durante su intervención en 2000 ante un juez de París, donde cumple condena, en la vista contra un ex miembro de su organización. Carlos, en una foto sin fecha de la época en que era buscado en todo el mundo.- Reuters
 
Su padre, abogado burgués y comunista, lo llamó Ilich Ramírez Sánchez cuando nació en Venezuela hace 59 años. Su madre, católica y conservadora, prefirió bautizarle como Carlos. La policía, inspirándose en una novela de la época, le apodó El Chacal. Así pasó a la historia: Carlos El Chacal. En los años setenta se convirtió en el hombre más buscado del mundo, con más de 52 nombres diferentes repartidos en más de 100 pasaportes. Dejó tras de sí un rastro de 80 muertes, según el Ministerio del Interior francés.

"A mí no me localizó Rondot. La seguridad sudanesa informó a la CIA. Los de la CIA nos hicieron muchas fotos"
"La gente que iba en los trenes el 11-M era ajena a la agresión de los ejércitos. Hay otros sitios donde hacer atentados"
"Mire, hermano, le digo una cosa: el 90% de las cosas de las que soy responsable ejecutivo no las mencionan nunca"
"Un día prendí la tele. Vi la vaina de la torre, y de pronto el otro avión y la otra torre. El 11-S fue un golpe extraordinario"
Pasó parte de su adolescencia en Londres, donde simultaneó su adhesión al comunismo con las fiestas a todo trapo pagadas por millonarios jeques árabes. Estudió en la Universidad de la Unión Soviética. Ahí conoció a miembros de la resistencia palestina. Se unió a ellos. Combatió contra el Ejército jordano en el denominado Septiembre Negro. Tenía 21 años. De allí volvió de nuevo a las fiestas de Londres, convertido ya en jefe de terroristas. Se le atribuyen asesinatos a punta de pistola, bombazos en tiendas en el centro de París, en trenes, colocación de coches bomba... En 1975 secuestró, al mando de otros cinco terroristas, una reunión entera en Viena de la OPEP: tomó como rehenes a 60 personas, entre los que se contaban 11 ministros. Uno de éstos le definió como un tipo dotado de una inaudita capacidad mental para actuar bajo presión.
Se dice comunista desde 1964, profesa el islam, pero nunca fue ni espartano ni austero ni pobre: siempre gastó aires de dandi (incluso en la cárcel, donde va con un abrigo de cachemir). "Vestirse decentemente es una cuestión de origen de clase, compañero. No hay que renegar de los orígenes de cada uno", afirma.
Durante más de 20 años de incógnito saltó de país en país, de Yemen a Uganda, de Siria a Argelia, de la Libia de Gaddafi a la Rumania de Ceausescu, hasta que fue detenido una madrugada de agosto de 1994 mientras dormía en una urbanización a las afueras de Jartún (Sudán), vendido por las autoridades sudanesas al famoso superespía francés Philippe Rondot. Desde entonces languidece en una cárcel francesa, donde, dice, "abunda la mediocridad". Está condenado a cadena perpetua por asesinar a sangre fría en un apartamento de París, en agosto de 1974, de tres balazos, tras invitarles a beber, a dos inspectores de policía franceses y a un antiguo compañero terrorista libanés que, según Carlos, le había traicionado. Aceptó hablar con EL PAÍS por teléfono desde la cárcel.
Ilich Ramírez, 'Chacal'


Pregunta. ¿Por qué dice que hay mucha mediocridad en la cárcel?
Respuesta. Porque hay muchos analfabetos. La gente aquí no tiene intereses intelectuales, es difícil sentarse a comentar una noticia. El interés de muchos es simplemente fumar droga y cosas así.
P. ¿Y usted qué hace?
R. Trato de ayudar a mis abogados y sigo las noticias lo mejor que puedo, en los canales de televisión que me llegan. Uno de ellos es español, Telemadrid, que es mala, por cierto: allí vi el otro día a Fernando Silva Sande [ex jefe de los GRAPO], el chivato ese, y me dio tristeza. Y también leo.
P. ¿Es consciente de que puede morir en la cárcel?
R. La condena perpetua no quiere decir nada. Es un problema político.
P. ¿Han cambiado sus ideas políticas?
R. ¡Ah, caballero! Yo a los 14 años, en enero de 1964, entré en las Juventudes Comunistas de Venezuela. Y hasta el día de hoy no he cambiado un pelo. Sigo siendo comunista. No soy un tipo dogmático, he estudiado, he conocido a gente importante en la dirección de países comunistas. Sigo fiel a los principios inmanentes leninistas: soy un comunista convencido y militante.
P. ¿Y sigue defendiendo la utilización de las armas?
R. Según la coyuntura. En situaciones determinadas. Como en Colombia, estos días. O en Afganistán: eso es legítimo.
P. Yo hablaba de terrorismo.
R. ¿Qué pasa con el terrorismo? Yo siempre he estado contra el terrorismo. Cuando se bombardea en Afganistán, eso es terrorismo.
P. Yo me refería a usted: ha sido considerado el terrorista más buscado del mundo.
R. Le voy a decir una cuestión: yo fui condenado por asesinato culposo, no premeditado. No por terrorista. O sea, acusarme de terrorismo es una patraña, como llamarme El Chacal.
P. ¿Qué quiere decir?
R. La policía inglesa encontró esa novela de Frederic Forsyth encima de la chimenea de la casa de una muchacha que decían que era amiga mía y que tenía pistolas y cosas así. Yo tengo el récord de operaciones ejecutadas por la resistencia palestina. No digo dirigidas o planificadas: ejecutadas. En persona. Nadie ejecutó más operaciones que yo. Y estoy orgulloso de ello. Y se me trata como a un chacal.
P. ¿Cuántas son?
R. Yo qué sé: cantidad, chico.
P. Esas operaciones, como las llama usted, acarreaban sangre y víctimas.
R. Sí, cómo no. Pero pocas, pocas víctimas inocentes: el 10% de las bajas. El 10% no es nada, mi hermano. Yasir Arafat habló en la ONU y fue con una rama de olivo en una mano y un fusil en la otra. Yo no tengo nada que añadir a eso.
P. ¿Cuándo una persona decide matar a otra por una idea que considera justa?
R. ¿Cómo justa? ¿Y cuántas personas han matado los españoles en Irak? ¿Cuántos afganos mueren diariamente? ¿Cuántos? ¿Eso no le molesta? Luchar contra eso es glorioso y heroico.
P. ¿Usted no se arrepiente de nada?
R. El arrepentimiento es un concepto religioso. Yo no digo que nunca haya pecado. Pero en la lucha militante revolucionaria, no. Uno es mujeriego, le gusta beber caña, ron, buen vino, y ahora que soy musulmán, no debería hacerlo: de hecho, no lo hago porque estoy preso.
P. ¿Cómo empezó todo? ¿Con el ejemplo de su padre?
R. En Venezuela, yo era el responsable de la juventud comunista con 200 militantes bajo mis órdenes. Mi padre no estaba de acuerdo con la violencia, era abogado, veía la toma del poder de otra manera.
P. ¿Cuándo decidió usted tomar las armas?
R. Uno no decide, mi hermano, son las circunstancias las que deciden. En ese momento, uno se echa para atrás o sigue para adelante. Esos que se sientan en un café y deciden hacer esto o lo otro no tienen porvenir. Las circunstancias históricas son las que deciden.
P. ¿Pero cuál fue ese momento para usted?
R. En 1971, después de los combates del Septiembre Negro contra el Ejército jordano, un general me dijo: "Chico, te necesitamos en el extranjero". Yo ya me había batido con los soldados jordanos, que, óyeme, eran unos tipos valientes, buenos combatientes, con cojones, que creían en su rey, Hussein, que era un tipo no como esos reyecitos de zarzuela, era un rey de armas tomar, no era ningún pendejo. Así que me dijeron que me fuera a Londres y así comenzaron las cuestiones internacionales.
P. ¿Y después?
R. Viajé mucho. Pero eso no era nada nuevo para mí. Conocí prácticamente todos los países comunistas.
P. ¿Qué pensaba cuando leía que era el terrorista más buscado del mundo?
R. Pues a veces me daba la risa. Porque sabía que tenían buenas fotos de mí y ponían fotos chuecas.
P. ¿Nunca dudó al ver que había víctimas inocentes?
R. Cuando hay operaciones con explosiones, bombas, fuego, ese tipo de cosas, a veces hay gente que no tiene nada que ver y pasa por ahí, ya lo dije, es un 10%.
P. En una entrevista en el periódico Al Watan en 1979, usted reconocía un conjunto de atentados...
R. Esa entrevista se hizo de buena fe, pero fue manipulada, llena de errores.
P. No los asume entonces...
R. Mire, hermano, le voy a decir una cuestión: el 90% de las cosas de las que soy responsable ejecutivo no las mencionan nunca.
P. ¿Por qué?
R. Tendrán sus razones. Todo se sabrá en su momento. Cuando publique mis memorias. Todavía es temprano. Las escribí en noviembre de 1992, en Ammán, e hice dos copias dactilografiadas que envié a dos personas que no se conocen. Aún no es el momento. Yo no me voy a meter a sapo, que es como en Venezuela llamamos a los chivatos ahora. Hay jefes de Estado que están implicados, hasta en Francia.
P. ¿En qué participó?
R. Hombre, no voy a hacer de chivato contra mí mismo. Si estuviéramos tomando un café o una guaraquita al borde de la piscina, en Caracas, podríamos hablar de una manera más libre, indudablemente. Pero en estas condiciones, puede comprender...
P. Le acusan de trabajar después de vulgar mercenario, sobre todo en Rumania, con Ceausescu.
R. Yo le tenía cariño y respeto a Ceausescu. Era un poco iluminado, un tipo de la montaña, que venía de una familia muy pobre. Gran patriota, muy solidario. Nos recibió de una manera muy calurosa. Estábamos allí con todos los honores: vivienda, medios para viajar, pero no recibimos ni un centavo de esa gente. Se lo digo: todos los atentados contra exiliados rumanos fueron hechos por la policía, estando todavía vivo Ceausescu. Porque, puestos a ser mercenarios, qué coño trabajar para Rumania, ¡habríamos trabajado para EE UU! ¿Tú crees que yo podía decirles a mis compañeros: "Oye, vamos a matar al profesor tal o al periodista cual" porque nos lo manda Ceausescu? Me habrían escupido en la cara. Nosotros no pedíamos dinero: lo exigíamos. Los Estados pagaban en millones de dólares, y yo estoy orgulloso de haber desempeñado en esa cuestión un papel fundamental. Y no solamente a estados "amigos", entre comillas, sino a estados enemigos: y pagaban. Los franceses nos pagaron cinco millones de dólares, sí, estando yo en Argel, en el año 1976, por un avión de Air France que nos llevamos hasta Entebe, el aeropuerto de Uganda. Todo el mundo paga, hermano.
P. ¿Cómo se hace para secuestrar un avión?
R. Yo nunca he secuestrado personalmente aviones. Soy inocente, mi hermano. En todo caso, no es una cuestión técnica.
P. ¿Cómo le arrestaron?
R. Una noche, después de hacerme una operación en la ingle, en una urbanización cercana al Nilo Azul, a las dos de la madrugada, entró un teniente de la guardia sudanesa histérico acompañado de un grupo de guardias armados llorando. Uno de ellos dijo: "Tenemos órdenes, comandante". No sabían ni cómo maniatarme con esas tiras de plástico que les habían dado los franceses. Se lo expliqué yo. Aun así, hicieron una vaina mal hecha. Me pusieron una capucha y me llevaron al aeropuerto. Allí estaba Rondot.
P. ¿Cómo lo localizó Rondot?
R. A mí no me localizó Rondot. La seguridad sudanesa informó a la CIA. Los tipos de la CIA nos hicieron muchas fotos varias veces. No les echamos plomo porque estábamos en un país amigo. Los saudíes pagaron con sus petrodólares al Gobierno de Jartún.
P. ¿Qué piensa de Bin Laden?
R. Hay muchos hijos de estos árabes que son de lo más corruptos: herederos, ricos que no viven sino en la sinvergonzonería y la droga. Y este muchacho, un hijo de un árabe rico, es un idealista, hizo la yihad. Respeto para esa gente.
P. Ideó e inspiró el 11 de Septiembre y el 11 de Marzo...
R. Son dos cosas distintas.
P. Son dos atentados
R. No mezcle las cosas. A mí lo del 11-M me dio tristeza.
P. ¿Y el 11-S no?
R. En el 11-S yo me caí en el culo, como el que dice.
P. ¿Cómo?
R. Un día prendí la televisión y vi la vaina de la torre, y de pronto el otro avión y la otra torre, y me senté en la cama de la celda y dije Alahu-akbar, fue un golpe extraordinario contra el imperialismo.
P. Esas torres estaban llenas de personas inocentes...
R. ¡Una fracción de las personas que han asesinado los americanos en Medio Oriente!
P. Eso mismo pensaban los que atentaron en los trenes de Madrid.
R. Hay una diferencia: la gente que iba en los trenes no tenía nada que ver con la agresión de los ejércitos. Hay otros sitios donde se podían hacer atentados y eliminar a cierta clase aristocrática, burguesa, sin matar a tanta gente inocente que circulaba por ahí, incluidos varios musulmanes. Me da la sensación de que les faltaba experiencia...
P. En el juicio en París dijo: "Hasta el criminal más abominable puede reconvertirse. Salvo el caso extremo del monstruo, todo el mundo puede corregirse".
R. ¿Yo dije eso?
P. Sí. ¿Se refería a usted mismo?
R. No; yo no soy un monstruo. Yo soy muy humano.